El Santos, el equipo que consagró a Pelé y en cuyas filas jugó prácticamente toda su carrera, sufrió una tragedia deportiva este miércoles al descender de categoría por primera vez en sus 111 años de historia. Con una derrota de 2-1 contra el Fortaleza, los desdichados jugadores acabaron con ese envidiable currículum y desataron la ira de sus seguidores más radicales. Disgusto descomunal para los seguidores del equipo a las puertas del primer aniversario del fallecimiento de O Rei. Otros dos clubes brasileños, el Flamengo y el São Paulo, mantienen todavía el honor de no haber bajado nunca a Segunda División.
La noche del miércoles, Cuando Lucero marcó el segundo gol para el Fortaleza, la grada del estadio Vila Belmiro empezó a rugir. Enseguida se oyeron las primeras explosiones, y algunos hinchas del Santos intentaron invadir el campo. Cuando el árbitro dio la puntilla final al equipo con su silbido, los del Fortaleza salieron corriendo hacia el vestuario, mientras los jugadores del Santos se desparramaban por el césped atónitos. Unos lloraban de tristeza, rabia o impotencia, pero al poco las lágrimas ya brotaban por los gases lacrimógenos que la Policía Militar lanzaba en los alrededores del estadio para contener a la masa enfurecida.
Empezó una batalla campal que se saldó con seis autobuses y cuatro coches en llamas. Uno de ellos (parece que fue coincidencia) era del delantero Steven Mendoza, que estuvo en el banquillo en el fatídico partido. Solo quedó el chasis. Los aficionados lanzaron piedras, cócteles molotov y fuegos artificiales contra la policía, que movilizó helicópteros y uniformados a caballo. Un total de 11 agentes resultaron heridos, pero no hubo ningún detenido.
La otra cara de la moneda está en el Palmeiras, que se alzó con el título del Brasileirão al empatar 1 a 1 frente al Cruzeiro. El gol del equipo campeón fue de Endrick, el chaval de 17 años que ha ido brillando cada vez más a medida que avanzaba la temporada. A los palmeirenses les queda poco tiempo para disfrutarlo; cuando alcance la mayoría de edad hará las maletas para jugar en el Real Madrid.
Santos amaneció este jueves con los alrededores del estadio patas arriba, una enorme pintada en el centro de entrenamiento (”Equipo sinvergüenza”) y una avenida entera sin suministro eléctrico, porque algunos cables ardieron con los incendios.
Consumado el descenso de categoría, la fundación que ahora administra el legado de O Rei, publicó un mensaje motivacional en redes sociales. “El Santos continúa siendo un amor incondicional, una obsesión, una pasión indescriptible. El club volverá más fuerte y unido, a pesar de las dificultades superará los desafíos y vencerá de nuevo. Seremos santistas para siempre”, dejó caer, junto a una foto del jugador vistiendo la camiseta 10 del equipo bajando al túnel del vestuario.
La ciudad de Santos, en la costa del Estado brasileño de São Paulo, tiene el mayor puerto de Sudamérica, bonitas playas y un pasado reluciente ligado a la industria del café, pero el mayor orgullo de la ciudad, su seña de identidad, es el equipo al que Pelé dedicó su vida.
Hace menos de un año, este estadio, Vila Belmiro, era el escenario de otro evento triste, pero solemne. La capilla ardiente de Pelé, el jugador que paseó el nombre del Santos por el mundo. Falleció el 29 de diciembre, y antes de morir, el jugador se aseguró de que iba a ser enterrado en un cementerio vertical que tiene vistas sobre el campo de fútbol donde alcanzó la gloria.
Los mensajes de ánimo como el de la fundación Pelé no parecen haber calmado los ánimos. Este jueves, un grupo de aficionados invadió el estadio, donde también se encuentran las oficinas del club, para encararse con el presidente, Andrés Rueda, que no se encontraba allí.
Para rematar la jornada de emociones fuertes, la tarde del jueves la Justicia apartó al presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ednaldo Rodrigues, la máxima entidad del fútbol brasileño, por un embrollo relacionado con las reglas electorales internas. En su lugar nombró a un interventor, José Perdiz
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